Letras: No es lo que parece

No es lo que parece

Rosa María tiene, desde hace más de treinta años, el hobbie de engordar ratas blancas de pura raza.

Las selecciona cuidadosamente, prefiere las que tienen manitos rosadas y finas; tan delicadas que parecen de cristal.

Periódicamente las expone en su ventanita, perfectamente adornada, que hace juego con sus ropas de telas satinadas y joyas costosas.

Le gusta que giren en su ruedita metálica visiblemente inclinada hacia la derecha.

Lo que más le admira de ellas es el deseo desmesurado de trepar a costa de cualquier vericueto o treta.

En verano se las muestra al populacho de la playa. Puertas adentro es una mujer ambiciosa y vulgar; asume que una vez, dijo dos groserí­as y que a su pesar, se hicieron públicas. Fue cuando casi llegamos a pensar que tení­a sentimientos humanos.

Jamás comete el error de invitar o ponerse a engordar hamster o ratitas de caño, desde su limusina de vidrios polarizados es incapaz siquiera de verlas.

Es curioso que cuando las hipnotiza, las blancas ratitas llegan a creer, que estar a su lado les traerá casi como la suerte de volverse inmortales.

A su antojo van y vienen, se esconden o se muestran.

A su antojo como exóticas delicadezas, participan de un rato de brillos compartidos.

Sin embargo...

Su vida se vuelve vulnerable, despreciada y muy corta; ya que son para ella muy fáciles de sustituir o de olvidar.

Hoy una de ellas detectó con sus bigotes acrílicos la tristeza infinita de un ratón gris y se atragantó de pena.

Rosa Marí­a sintió cómo la rata posaba sobre su rostro una inquisidora mirada de persona, rápidamente cerró la pomposa ventanita a pesar de que el show debe continuar.

Porque no todo es lo que parece.

Mabela.

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