top of page

Viajes: Buenos Aires y la ruta de los bares notables

Buenos Aires y la ruta de los bares notables

Fotografías: María Julieta Escayola

Hay ciudades que se abren paso al progreso y siguen sin mirar atrás. Hay otras ciudades que nos muestran momentos de historia. Y ciudades que sin negarse al progreso, cuidan lo que fue y lo preservan.


Definitivamente Buenos Aires es esta tercera opción, además de ser la cuna de los teatros, del fainá, del tango y de muchas otras cosas más. Buenos Aires es sitio de cafés, cafecitos, lugares de encuentro, sitios para escribir, para escudriñar, para tomarse un breve respiro o para pasar interminables horas cómodas y acompañadas por aquel extraño conocido que siempre está para darnos la bienvenida.


La historia de los bares notables comienza en 1998 (no conocemos fechas anteriores hasta el momento) cuando se sancionó la ley 35 de CABA, que crea la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires, integrada por 15 representantes ad honorem de distintos ámbitos relacionados al Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.


El artículo 2 considera notable aquel bar, billar o confitería relacionado con hechos o actividades culturales de significación; aquel cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local le otorguen un valor propio.


Su importancia también es significativa sobre todo para que los bares puedan promocionarse y se evite en lo posible su cierre o alguna cuestión por el estilo. Aunque no han estado exentos de esta situación.


Es por eso que decidimos emprender un tour personal, íntimo, procesional, de manera de ir recorriendo de a poquito los bares notables.


En Recoleta nos encontramos con La Biela, en la esquina de Quintana y Roberto M. Ortiz, a 100 metros del cementerio y de la Plaza del Pilar. Y justamente, sus paredes nos reciben con arandelas, circulitos mecánicos que no entendemos muy bien para qué sirven (suponemos que para los fierreros éste será un gran atractivo) y todos elementos que nos indican que la biela es una pieza fundamental para que el auto gire, que en lugar de un movimiento ascendente y descendente, comience a rotar (Ah! ¡Mirá vos! De todo se aprende en esta vida, che) y debería su nombre a que en la esquina de Quintana y Junín, en una época no muy lejana se reunían los jóvenes “tuercas”. Es aquí donde nos sentamos a tomar un riquísimo manchado (goteado, lágrima o como ustedes prefieran nombrarlo).


La Biela

Más tarde, en pleno microcentro porteño, sobre la calle Corrientes del barrio de San Nicolás, nos sentamos en el Gato negro. Además de café, es un almacén de especias de todo el mundo, un lugar en que se puede encontrar hasta el ingrediente más difícil. El gran protagonista es ese gato negro, entre misterioso y simpático que nos mira con el moño rojo ataviado elegantemente. Apenas entramos, el olor de la mezcla de especias nos embriaga y cual droga, ya no queremos salir más.


Nuestra ropa se impregna de los aromas exquisitos y mientras nos tomamos el inconfundible café de rigor, miramos las estanterías, el mobiliario de roble y el diseño imperturbable de ese minino estático. Allí mismo es que muelen las especias y el aroma del día será el de la molida: estragón, jengibre, carda-momo y demás.


Antes de irnos nos llevamos un café molido a la vista que puede variar desde el caracolillo (cinta blanca, roja o dorada), brasileño o colombiano; y un listado de productos para seguir estudiando, conociendo y eligiendo.


El gato negro


Imperdible, es la escala por el café Tortoni. Quizás uno de los más conocidos, con filas interminables de gente que espera por conocer el templo del tango. La marquesina de hierro y vidrio nos invita a entrar. Atentos a la merma de personas, nos adentramos en él y engullimos un rico pebete de jamón y queso. Fundado en 1858, actualmente tiene diversos salones: en uno de ellos funciona la Academia del Tango, luego está el gran salón sobre Avenida de Mayo, el salón "Alfonsina Storni", la sala "César Tiempo" y el sector de billares. En el subsuelo está "La Bodega" que nos brinda diversos espectáculos musicales, conferencias y presentaciones de libros.


Café Tortoni


Los 36 billares, en el Barrio de Montserrat, cerca del mítico hotel "Castelar", nos sumerge en un recorrido por campeonatos y certámenes poco conocidos y especialmente es una ruta por el universo del billar (que no es lo mismo que jugar pool: en éste último el paño tiene los orificios a los costados, mientras que en el billar el paño está intacto, además de otras reglas diferentes).


En el subsuelo está la generalidad de las mesas de pool, de billar y una de snooker, otro tipo de juego de la misma especie (no son 36 los billares, pero no importa). Arriba también se puede jugar partidos de ajedrez, cartas o dados. El salón tiene doble entrada, por Avenida de Mayo o por Rivadavia. Fundado en 1894, las historias se desarrollaron entre ginebra, licor de café y aperitivos varios.


Los 36 billares

No podemos dejar de mencionar que en San Telmo está La poesía, auténtico bar literario. La atmósfera misma nos invita a leer o a participar de algún encuentro de Letras. Uno de los más nuevos (nació en 1982 de la mano del poeta Rubén Derlis) es chiquito y ameno. Lugar exclusivo de cineastas o literatos, de talleres de narrativa y poesía, es un sitio apto para el que gusta de consumir letras con un café al lado, mientras arriba se discute de algún tema relacionado, claro.


La poesía


En el barrio de La Boca, nos topamos con el símbolo cultural del lugar: El Estaño 1880, fundado el año de su nombre. Bar que otrora fuera fonda y luego almacén, hasta que fue café mientras el tute cabrero se escuchaba por las noches. Hay un estaño que mide 3,50 metros y que ornamenta la ambientación del lugar, junto con un mural que muestra una escena pastoril.


El estaño 1880

Volviendo a Montserrat, vamos por avenida Belgrano y nos sentamos en el nuevo bar notable El colonial, a una cuadra de la Manzana de las Luces y con una gastronomía exquisita: la milanesa a la napolitana con papas fritas abundante o la bondiola de cerdo blandita son opciones más que ricas. Conserva algunos ladrillos de la época colonial, frente al emblemático edificio "Otto Wolf".


El Colonial

Y así, seguiremos caminando y recorriendo por Buenos Aires: nos quedan muchos notables pendientes. Por ahí pispeamos las vidrieras de la confitería London City, donde Julio Cortázar comenzó su novela "Los Premios", el café Clásica y Moderna, el tan español Iberia en la Avenida de Mayo, la confitería del hotel Castelar y tantos, tantos otros.


Y es que para recorrer Baires siempre tendremos alguna excusa, y en esta oportunidad fueron los bares notables para deleitarnos los ojos y el paladar. SDA


Lista de publicaciones
bottom of page