Letras: Aprendiz de cuentos

Aprendiz de cuentos

MARÍA CRISTINA TOBARES

El aprendiz de cuentos, un joven taciturno y distraído inicia su trabajo de primer bosquejo con sus lápices y lapiceras azul y negro. El papel en blanco de un cuaderno que tiene para todo el año. Sí, uno por cada año desde que comenzó sus primeros pasos de escritor. El teclado, los archivos, el pen drive y toda la tecnología no le resultaron seguros como el borrador a mano.

Primer principio: la necesidad imperiosa de un estímulo estallando en lo sensitivo, como los cuentos de los genios de la literatura o los compañeros del taller. Pinturas. Música. Una imagen. Un instante que se enquista en él. Que a fuerza de llanto y enojo sale de una vez, un tatuaje que no olvidará.

Segundo principio: el tema o esa idea llega ahora como caída del cielo desde un globo aerostático, desinflándose justo en su centro.

Pero entiende que debe atender al cómo del relato, qué palabras elegir y convertir un mundo de fantasías en una realidad creíble, feliz o cruel. Creíble para él.

Último principio: sin estupor, ni alarmas, comienza a convivir con una idea, un pedazo de otra vida, una fantasía simbólica, un árbol eterno. Así es ella quien se apodera de él. Y deliran sin yerba en un pedazo de papel.

Ya un hombre adulto, advierte que el proceso por el que transcurre en cada relato, es único. No es cotidiano, ni monótono. Siempre se despierta desde dentro, pugna por salir cual grito ahogado sin voz. Lo manipula para hacerlo vivir sus propios personajes anónimos. Esos que quieren escapar del papel, de los acontecimientos, quieren deshacerse de él. De lo que quiere decir. Cuesta… cuesta atravesar el trance y encontrar el final, que duele como un amor, un temor, un adiós. SDA

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