Series: Porqué debemos ver "13 reason why"
- María Julieta Escayola
- 18 jun 2017
- 5 Min. de lectura
Porqué debemos ver "13 reason why"

Sólida, atrayente, adictiva, suave pero cruda al mismo tiempo. Así es la nueva propuesta de la imparable Netflix, que, a la hora de producir contenidos audiovisuales, no escatima en excelentes elecciones.
"Thirteen reason why" nos lleva al remanido mundo adolescente una vez más. Pero en esta oportunidad, no habrá terror, ni chicos en problemas por Halloween, ni cuestiones románticas o comedias de un par de idiotas que se dedican a meterse en líos.
Esta vez será el momento de dar paso a uno de los temas más candentes de los últimos tiempos, que ha desatado cantidades industriales de tinta pero también grandes preocupaciones porque su aumento apabulla: el bullying. El tormento que implica ser maltratado simplemente por ser como se es.
Este tema había sido tratado, entre otras obras, con maestría, en el clásico “Carrie” (de Brian de Palma, EEUU, 1976), basado en el libro de Stephen King, que le daba al tema el giro de terror necesario para que sea pasado una y otra vez en la televisión los días 31 de octubre. Ahora el maltrato será retratado de un modo más realista y preocupante, con cierta cuota naif si se quiere, pero igual de efectista.
Si bien nos ponemos a pensar en nuestra infancia y adolescencia, podemos afirmar que todos hemos sido acosados y hostigados, como también es probable que, sin darnos cuenta, hayamos hecho algo un poco nosotros. Porque siempre habrá alguien más débil y vulnerable para usar de chivos expiatorios y descargar nuestro rencor por aquello que nos hicieron alguna vez. El gran problema contemporáneo es que, al acoso de antes, se suma el de las redes sociales y la problemática se agiganta.
Porque ¡Atención! Si bien la serie retrata la sociedad norteamericana, no estamos exentos de esta problemática. Durante su visionado veremos lo de siempre: las chicas porristas junto a los chicos populares (descriptos como villanos en estado casi puro) los nerds (término que surgió a raíz de la película "La venganza de los nerds" de 1984, dirigida por Jeff Kanew, que narra la misma temática en clave patéticamente cómica), los excluidos, los raros y todo un abanico de categorías crueles plasmadas una y otra vez en la secundaria norteamericana. Pero que perfectamente puede extrapolarse aquí bajo otras formas. Por otra parte, si bien la terminología cambia, la descalificación es la misma. Se trata de un variopinto diccionario de términos que sirven para estigmatizar, y allí nos encontraremos con los tragas, los nerds, ahora los ñoños, y cuanta etiqueta necesita la gente para clavar sus uñas en la autoestima de los demás.
Igualmente no pensemos que esta situación sólo ocurre con los adolescentes. Si bien está más marcada por las características polarizadas de esa etapa de la vida, los adultos también somos sometidos a rótulos que a veces nada tienen que ver con nuestras verdaderas personalidades.
A lo largo de trece capítulos iremos conociendo poco a poco a Hannah Baker, una joven que cursa la preparatoria (algo así como los últimos años de secundaria nuestros) que se ha suicidado y en lugar de una nota, ha dejado cintas de casetes sólo a algunos elegidos. Durante estas cintas, irá explicándole a ellos y al propio espectador, que existieron 13 razones por las cuales tomó esa decisión irreversible. Es así que observaremos paso a paso todas y cada una de las instancias por las cuales llevaron a Hannah a no poder encontrar otra solución que no fuera la determinación tan temida. La manera escalonada que la llevará al mismo abismo y del que no podrá salir.
Basado en el libro de Jay Asher, "Thirteen reason why" da tela para cortar a la vez que se transforma en una candidata para que la serie pase a su consagración, como lo hizo el año pasado "Stranger Things", "The Crown" o "The OA", verdaderas joyas del sistema pay on demand, esta nueva forma de ver televisión y de la que Netflix lleva la delantera (Aclaración: no hacemos publicidad de este streaming, ni nadie nos paga, simplemente vemos sus buenos productos).
En otro orden de cosas, la nostalgia se nos presenta como un protagonista más, sobre todo cuando se hace referencia a aspectos como el uso de los casetes, la música que escuchan los padres de los jóvenes, el Mustang que conduce uno de los personajes. Parece como si la generación que vio el paso de la analogía a lo digital se negara a resignarse a caer en el olvido y quisiera gritar cada vez que puede: “Yo fui testigo de ello, yo estuve allí” y dedicara grandes señales de antiguas costumbres como la grabación analógica, el VHS, los vinilos y otras cuestiones por el estilo. No nos malinterpreten: la tecnología es maravillosa y nos ayuda. Pero la nostalgia está ahí, reclamándonos por atención. Porque somos la generación del cambio, porque lo presenciamos y no lo queremos olvidar. Será la propia Hannah la encargada de resaltar las bondades de las antiguas prácticas, a pesar de no pertenecer a ese grupo etario. Tal vez por no sentirse cómoda con su propia generación.
La miniserie no es violenta al estilo Tarantino, por dar un ejemplo, sino que existe contenido violento en ella, sobre todo por su alta significación. Ya lo decía Sartori en el libro "Homo Videns": lo abstracto ha dado paso a la imagen que permite la sensibilidad antes que nada. Así, se hace carne la afirmación "una imagen vale más que mil palabras". Por tanto, para qué crear rumores sobre una chica que sería “fácil” si lo podemos lanzar desde un celular con fotos sacándolas de contexto. Ya está todo dicho sin decir nada.
La serie también implica un análisis de género. Porque quien recibe acosos permanentes será Hannah, una mujer, y no su alter ego masculino, el joven bondadoso Clay, que de algún modo será salvado y hasta protegido por estas fuerzas de la sociedad tan injusta en la que estamos inmersos.
Y decimos injusta porque una cosa nos deja clara la serie inmediatamente: Hannah no necesita ayuda psicológica urgente al principio, no es una chica “rara” en ningún sentido, no se aleja de la gente, no es masoquista, no tiene ningún trastorno de la personalidad. Tiene sanidad mental (entendiéndolo un humilde espectador). No viene de un hogar disfuncional. No ha pasado penurias ni problemas económicos, tampoco es pudiente en el sentido de impune. Es esa combinación de cuasi perfección la que no encuadra en una sociedad enferma. Justamente, una sociedad hipócrita y oscura hará mal hasta al más equilibrado.
Por otro lado es llamativo cómo la mentalidad de los adultos va en un tren totalmente diferente a la de los jóvenes en cuestión. Como si no hubiera puntos en que se encontraran y estuvieran destinados a no verse entre sí, ni a empatizar o comprenderse. Son dos historias diferentes, pero que si se atrevieran a mirarse unas a otras, estarían comprendiéndose y todo sería menos complicado para ambos lados.
Una rara emoción entre indignación y asco nos provocará ciertas escenas. Es ese el punto por el cual comenzamos a entender a Hannah, a la vez de impotencia por las situaciones que claramente podrían evitarse.
Será por estas razones y por otras que usted detectará, que recomendamos "Thirteen reason why", serie ya de culto, clásico a estas alturas, incluso apto para usar en forma educativa (pasar la serie en clases se transforma en una gran posibilidad) y sobre todo y lo más llamativo: la serie involucra todo un contenido que nos interpela para reflexionar, nos cachetea y nos confronta con una realidad que no podemos eludir.
Y ustedes, ¿a quién le hicieron bulliyng alguna vez? SDA
Kommentare